viernes, 29 de marzo de 2013

"El Día D". Su peor enemigo: el alcohol.






Muy buenas tardes una vez más. Ya medio recuperados del disgusto de los radares, queremos seguir contando esas historias interesantes que tanto nos gustan. 

Todos, o casi todos, hemos oído hablar alguna vez del famoso Día D. Fue uno de los acontecimientos más importantes de la historia, pero todo estuvo a punto de irse al cuerno por culpa de una persona y su afición. Empecemos !!!

Altos mandos militares celebraban un cóctel en Londres en abril de 1944. Allí se dieron cita varios oficiales estadounidenses y británicos, además de personal diplomático y representantes de prensa. Cualquiera que haya hecho la mili, sabrá que cuando el alcohol corre en una celebración ( o no ) en un acuartelamiento, no hay quien le ponga fin. Pues bien, hubo un general norteamericano, del que no pudimos saber su nombre, que no pudo resistirse a los efluvios del alcohol y, cuando ya había tomado varios vasos de whisky, habló sin más reparos de la invasión del contienen que estaba planificándose en esos momentos. Aunque hubo algún intento disimulado para retirarlo discretamente de la sala, el general insistió en permanecer en ella y tuvo tiempo de asegurar en voz alta que el Día-D se produciría unos días antes del 15 de junio de ese mismo año.

El escándalo de la incontinencia verbal del militar llegó a oídos de Eisenhower. Este no dudó en degradarlo a coronel y en disponer su inmediato regreso a EEUU. Al parecer, Ike no le impuso un castigo más severo debido a que había sido compañero suyo en la academia militar. Aún así, después de este penoso incidente, el militar en cuestión optó por retirarse del ejército, y es que... no era para menos.

Y es que el alcohol jugó un papel destacado en muchísimas de las acciones en la Segunda Guerra Mundial. Otro caso fue el gobernador militar soviético de la ciudad polaca de Lodz, la noche del 2 de mayo de 1945.
Al recibir la noticia de que Berlín había caído, el gobernador se emborrachó para celebrarlo, ordenó hacer sonar todas las sirenas antiaéreas de la ciudad. Pese a que sus subordinados le advirtieron de que no era esta la mejor manera de festejar la toma de la capital del Reich, puesto que la guerra aún continuaba, el gobernador insistió. 
Cumpliendo sus deseos, todas las sirenas de Lodz se pusieron en marcha. Ante el repentino estruendo, los civiles pensaron que estaban a punto de ser bombardeados, por lo que unos se apresuraron a buscar refugio y otros abandonar la ciudad por carretera. Por su parte, los soldados encargados de las baterías antiaéreas comenzaron a disparar, lo que hizo aumentar aún más el pánico entre la población, pero también entre los propios rusos, que creían que estaban siendo atacados por soldados alemanes que habían quedado rezagados. 
Para colmo, los soldados rusos que servían en los controles de carreteras que rodeaban Lodz vieron destacarse en la oscuridad los ciudadanos y militares que llegaban corriendo hacia ellos, por lo que comenzaron a disparar al creer también que eran objeto de un ataque.
El resultado del festejo del gobernador fue de varias decenas de muertos y heridos, entre civiles y militares. El causante del estropicio fue arrestado y enviado a Rusia, desconociéndose el castigo que se le impuso, aunque es de suponer que tuvo la oportunidad de conocer las regiones más recónditas de Siberia.

Muy buenas tardes a todos.


@maspomada
Jesús González.









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