lunes, 24 de noviembre de 2014

Desamortización. Por ejemplo la más famosa, la de Mendizábal.


Muy buenas noches una vez más.
En estos tiempos de corrupción que corren se escucha mucho palabras como expropiar viviendas vacías, mayores impuestos para los ricos y muchísimas cosas fantásticas y esto me ha llevado a recordar eso de la famosa desamortización de Mendizábal, la que voy a intentar explicar en este capítulo de hoy.

La de Mendizábal no fue la primera, fue la tercera que tuvo España. Antes que él, Carlos III desamortizó a los jesuitas, y José I Bonaparte también desamortizó pero poco. Y después de Mendizábal, también desamortizaron el general Espartero y Pascual Madoz. En total hubo cinco, pero la más importante fue la que tratamos hoy.
¿Por qué desamortizó Mendizábal? Porque las arcas del Estado estaban bajo mínimos y porque había infinidad de latifundios improductivos en poder de la Iglesia, los bienes de manos muertas. Se trataba de que esas propiedades, confiscadas por las bravas, pasaran al pueblo, a manos que las trabajaran. 
Y aunque la intención era buena, aquella desamortización se gestionó muy mal. Los bienes pasaron de manos muertas a manos rápidas, porque el Estado no hizo pequeñas participaciones para que el pueblo pudiera adquirir un terreno, sino que los terrenos se vendieron en grandes bloques que el ciudadano de pie no podía pagar. Es decir, que los latifundios fueron comprados por los pudientes.
Las tierras desamortizadas se las quedaron la alta burguesía, los nobles y los campesinos más pudientes. El pueblo, otra vez, se quedó a dos velas. 

Por supuesto, la Iglesia encontró un truco para poner impedimentos a la desamortización de sus innumerables posesiones: excomulgó a los que las vendieron y a quienes las compraran. Para algunos la excomunión fue un inconveniente, pero a otros muchos, la verdad, les dio exactamente igual.

Feliz desamortización a todos.
@maspomada

Jesús González.









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