lunes, 29 de diciembre de 2014

historias pomaderas: Alfonso XIII


Muy buenas y frescas noches de diciembre. El año está acabando y creo que hoy es un buen día para hablar de Alfonso XIII.
Mi buen amigo y colaborador de este blog, nuestro genio Antonio Castillo experto en artes marciales y derecho internacional y yo, hemos decidido irnos a nuestro retiro tal y como hiciera Carlos V, pero en vez de hacerlo en Yuste, nos vamos a retirar a la Habana, que ahora con el trapicheo de espías y demás está la cosa muy caldeada por allí.

Alfonso XIII estaba ya muy mal de salud cuando entendió que jamás recuperaría el trono de España, así que no le quedó otra que abdicar en su hijo Juan. Ocurrió en Roma el 15 de enero de 1941. A Alfonso XIII sólo le quedaba un mes de vida y a su hijo Juan la esperanza de que Franco le diera permiso para reinar como Juan III. Pero no puedo ser, porque, para que reinara Juan, Franco tendría que retirarse a sus cuarteles y el dictador no estaba dispuesto a dejar de mangonear España.
Siguiendo el orden sucesorio, a Juan de Borbón no le hubiera correspondido reinar ni de lejos, porque era el penúltimo de los seis hijos de Alfonso XIII y Victoria Eugenia. El primogénito, Alfonso tuvo que renunciar a sus derechos sucesorios para casarse con una cubana plebeya. Jaime, el siguiente, era sordomudo y también renunció porque se lo pidió Alfonso XIII, aunque años más tarde dio la matraca para recuperar sus derechos. No coló.
La tercera hija era Beatriz y la cuarta, María Cristina, y como las dos eran chicas ya se sabe que no están capacitadas para reinar mientras haya otro chico en la cola, y ese chico era Juan.
Y miren que intentó Juan de Borbón caerle bien a Franco. Se puso a sus órdenes, le escribió cartas rogándole que le dejara luchar a su lado, le deseó que Dios le ayudara en la noble empresa de salvar España, y hasta entró por Navarra de incógnito, vestido de falangista y con el nombre de Juan López, para luchar al lado de los golpistas. Pero Franco lo estuvo toreando con buenas palabras porque no quería enemistarse con la familia real, que apoyaba fervientemente la Cruzada.
Franco le decía al voluntarioso Juan que no podía permitirle correr riesgos por el importante puesto que ocupaba en el orden dinámico; que si le pegaban un tiro, España se quedaría sin heredero, y esto era muy malo para los intereses del país. A Juan de Borbón le costó enterarse de que aquel señor al que tanto admiraba sólo era un dictador que no tenía intención de dejar el poder hasta el mismo momento de su muerte. Franco descartó al padre, descartó al hijo y coronó al nieto.

Hemos de decir ahora que nadie nos escucha, que Antonio y yo nos colamos también en la ceremonia de coronación de Felipe VI. Parece ser que nuestra asistenta Claudia Alfonsa de 87 años traspapeló las invitaciones mientras limpiaba nuestras instalaciones allá por Downing st. Antonio puso empeño en recuperarlas y mandó varios SMS al móvil de la casa real sin encontrar respuesta. Así que no tuvimos más remedio que conseguir las mismas entradas falsificadas que tenía el pequeño Nicolás. Total, que fuimos caracterizados los dos a la ceremonia. Yo fui de Milán Astray acompañado por Dolores Ibárruri (la pasionaria), los dos cogidos del brazo. La pena fue que cuando llegamos de los últimos al besa manos Felipe VI era ya un robot estrechando manos y no se percató de nada, pero la cara de mosqueo se le quedó. 
Desafortunadamente nuestra tapadera quedó al descubierto cuando Dolores Castillo se pisó el vestido y se quedó en cucos delante de la representación guatemalteca. Al final como siempre, tocó correr. En fin, lo normal...

Feliz 2015 a todo el mundo, a Felipe VI, a mi mujer Elena O´Millan, a mi hijo Jesús el Grande, a mi secretario Antonio castillo y a todo el mundo de Dios. Un fuerte abrazo.
@maspamada

Jesús González.











jueves, 11 de diciembre de 2014

El Día de los Inocentes a la Inglesa. Cosechando espaguetis.


Muy buenas noches una vez más.
En estas frías y nocturnas noches de diciembre hemos sacado de nuestros archivos una de esas historias divertidas a la vez que surrealistas.

El 1 de abril de 1957, con motivo del equivalente anglosajón del Día de los Inocentes, la cadena de televisión británica BBC, emitió, dentro de un programa titulado Panorama, un breve reportaje de tres minutos en el cual se mostraba la «cosecha de espaguetis» en el cantón suizo de Ticino. En el video, dirigido y presentado por el respetado Richard Dimblevy, este decía: «La cosecha de espaguetis aquí en Suiza no tiene nada que ver con la que se realiza a gran escala en Italia. Muchos de ustedes habrán visto fotos de las vastas plantaciones de espagueti en el valle del Po. Para los suizos, por el contrario, tiende a ser un asunto más familiar». El falso documental mostraba cómo se obtenía la pasta directamente de los árboles, mientras el narrador informaba de que este año se había producido una buena cosecha debido a un invierno apacible y a la desaparición del «gorgojo del espagueti». Se veían además escenas de un supuesto Festival de la Cosecha y se daban consejos de cómo cultivarlo. El único objetivo del reportaje era el humor y comprobar de paso que la expresión con que atormentaron a Dimbleby (eres tan tonto que hasta te creerías que los espaguetis crecen en los árboles) no debía ser usada a la ligera. Lo verdaderamente sorprendente  es que cientos de personas llamaran a la BBC para pedir detalles sobre el cultivo de los espaguetis. La respuesta de la BBC era «ponga una ramita de espagueti en una lata de salsa de tomate y espere lo mejor».

Y después de contar esta historia mi buen amigo Antonio Castillo y yo nos vamos a retocar el protocolo de Kioto a ver si de una vez por todas lo firman los yankis. Antonio ha estado ensayando durante unas largas e interminables jornadas de seis minutos la firma de Obama, ahora solo lo tenemos que pintar de negro con un poco de betún y soltarlo en Kioto, después la prensa o la policía hará el resto. 

Muy buenas noches.
@maspomada


Jesús González