miércoles, 20 de noviembre de 2013

La columna del sibarita: El grandísimo Antonin Carême


Buenas tardes amigos y amigas. Hasta Nueva York, más concretamente al mismísimo Manzanilla, el nuevo y prestigioso restaurante de nuestro paisano Dani García en NY, nos hemos desplazado Antonio Castillo y yo para contaros una historia muy interesante.
Todos, o casi todos hemos oído hablar de Arzak, Berasategui, Dan Giusti ( nuevo chef del Noma ), etc... pero pocos han oído hablar del grandísimo Chef Antonin Carême. Empecemos !!!

Dicen de Antonin que quizás haya sido el cocinero más innovador y genial que ha dado la historia culinaria. Antoine Carême, más conocido como Antonin tuvo una infancia más que desgraciada, su padre estibador en el río Sena no podía dar alimento a sus 25 hijos, por lo que a la temprana edad de diez años su padre le intentó explicar que tenía que salir adelante por sí mismo, ya que ellos no podían dar sustento a tantos hijos. 
Durante ese día, Antonin deambuló por las calles de París hasta que dio con una taberna llamada "La fricasé de Lapin" en la que el dueño se apiadó de él y le dio cobijo a cambio de que fregara las jarras y demás enseres. Antonin pasó en poco tiempo de friegaplatos a genial pastelero. 
Con 16 años, Antonin abandonó la taberna y entró a trabajar en "Chez Bailly", cuyo propietario del mismo nombre era un reconocido pastelero de París. Era tal la fascinación que le producía la cocina a Antonin que no solo se dedicó a aprender nuevas recetas, sino que además desarrolló su arte para dibujar, con lo que comenzó a estudiar arquitectura, otra de sus pasiones.

Antonin adquirió tal fama que fue el cocinero de Napoleón I, en 1815 trabajó para Alejandro I zar de Rusia, y en 1816 para el futuro rey de Inglaterra Jorge IV.

El famoso volován, ese pastelillo de hojaldre que se mete en el horno y sube por su cuenta, lo inventó él, pero el nombre se lo puso uno de sus ayudantes, que viene a decir eso de ! Vuela al viento !. Inventor del uniforme de los cocineros, con su gorro alto, su pantalón y su casquilla, toda de color blanco, para que el cliente viera que eran señores pulcros. 

Desagraciadamente Antonin Carême falleció mientras corregía unas albondiguillas a uno de sus alumnos.

Desde aquí queremos rendir homenaje a este genial cocinero al que la vida no se lo puso nada fácil y logró llegar a ser simplemente genial !!!.

Saboreando unas vieiras al limón, unos montados de rabo de toro y un montadito cojonudo nos despedidos desde Nueva York hasta el próximo relato, esperando que la srta O´Millan nos enseñe de una vez por todas el Pub Millan en Miami.

Un fuerte abrazo a todos. 

@maspomada

Jesús González






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