jueves, 27 de marzo de 2014

Segunda Guerra Mundial: las bombas murciélago.


Muy buenas noches a todos una vez más.
Hemos escuchado y leído mil y una historias curiosas de la Segunda Guerra Mundial, pero la de hoy nos ha dejado realmente asombrados a mi colaborador Antonio Castillo y a mí. 
Mientras disfrutábamos de un merecido quinto pacharán en nuestro castillo en los alpes Suizos, pudimos escuchar parte de una conversación entre uno de los miembros del servicio y un vendedor de quesos ambulantes, era acerca de unos murciélagos que tiraban bombas o algo así, inmediatamente Antonio se levantó y trató de salir corriendo hacia la biblioteca de más de cuatro libros a investigar aquella locura, el tercer pacharán se puso en su camino y acabó cayendo por las escaleras del castillo, unos 456,1 peldaños para ser exactos, pero con la ayuda de un poco de jerez pudimos recuperarle.

«Las bombas murciélago» son una de las innovaciones militares más extrañas, que consiste en el reclutamiento de animales kamikaze (que alguien nos explique como se reclutan animales). La idea consistía en bombardear Japón utilizando murciélagos a los que previamente se habrían adherido pequeñas bombas incendiarias de explosión retardada que hubieran estallado cuando los vampiros hubiesen buscado refugio en los edificios nipones, creando así una gran alarma social. Además, al volar en la oscuridad, crearían mayor confusión. Se llevaron a cabo ensayos por el Ejército norteamericano, pero el Proyecto Manhattan, con el desarrollo de la primera bomba atómica, se completó antes de que las bombas murciélago pudiesen ser utilizadas en combate. 

Sinceramente, sabíamos del uso de perros con bombas usados por los soldados rusos, pero esto es auténticamente una asquerosidad, no solo te bombardean sino que encima lo hacen con murciélagos, menudas mentes enfermas había por aquella época, en fin. Hemos enviado a hacer el experimento a nuestro técnico en explosivos y murciélagos, el doctor Vampirus Castillus, licenciado en murciología por la Universidad de Transilvania. El experimento consistirá en adherir bombas incendiarias retardadas de esas a unos 86.991 murciélagos negros como la noche, soltarlos y que vayan volando a un edificio abandonado en las afueras de Málaga.
El señor Vampirus da las ultimas consignas a los bichos, los mira, los vuelve a mirar, se aleja, se acerca, farfulla algo en un dialecto desconocido, y tras gritar a los cuatro vientos el ya clásico Ahoooooooooooooraaaaaaaaaaaa !!!!!, una desbandada de miles y miles de murciélagos empiezan a aletear por los cielos de Málaga ante la atenta mirada de su criador. Los bichos esos, tras dar cuatro vueltas y media por los cielos de Málaga parece que han tomado la ruta, la incorrecta !!!, se dirigen al bloque de viviendas del señor Vampirus allá por Ciudad jardín. 86.991 murciélagos explosivos aletean intentando entrar por una de las ventanas de la casa de Vampirus. La mujer golpea heroicamente los bichos con una escoba mientras que Vampirus se echa las manos a la cabeza maldiciendo el día en que les dio de comer en su casa. 

Esperando que no salga volando por los aires la casa de Vampirus Castillus nos despedimos hasta el próximo relato. Un fuerte saludo a todos.
@maspomada

Jesús González.2014

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