jueves, 8 de febrero de 2018

El origen de las cosas: el DNI


A petición de un gran amigo pomadero llamado Porty´s, hoy vamos a hacer un relato a cerca de la historia de nuestro DNI. para ello y para poder hacer una buena investigación sobre su historia y demás, hemos convencido a la redactora jefa, la srta. O´Millan para que nos envíe al castillo de Gorráiz hotel golf & spa en Pamplona. Del castillo que le da nombre solo queda la torre, perfectamente integrada en un edificio que conjuga lo clásico y lo moderno. Su spa, envuelto en aroma de eucalipto, cuenta con una sauna finlandesa, fuente de hielo e incluso samovar, un recipiente metálico para hacer té. Sus visitantes no pueden perderse su tepidarium: una sala a 37ºC, con cómodas tumbonas climatizadas desde las que contemplar un jardín de madroños y naranjos. Su tratamiento estrella es el llamado Hanakasumi: un ritual japonés nutritivo con arroz y brotes de cerezo que incluyen peeling corporal con masaje plantar. O Shirodara, masaje craneal que promete alejar la turbación.

El DNI tuvo un antecesor en un documento que se llamaba cédula de vecindad y que se implantó por Real Decreto el 15 de febrero de 1854. Era un papel de lo más novedoso, porque antes de él había que moverse por España con pasaporte. No podías ir, no ya a otro país ... ni siquiera al pueblo de al lado sin llevar un papel que dijeras que tú eres tú.
El siglo XIX estuvo tan revuelto por estos lares con guerras carlistas, invasiones francesas y dictaduras que no se podía dar un paso sin pasaporte. Pero llegó el día en que se impuso a todo ciudadano mayor de edad y cabeza de familia pagara un real vellón para disfrutar de identificación personal y familiar que, además, le permitiera viajar.
El documento nació con afán recaudatorio y solo se libraban de pagar los pobres de solemnidad, los peregrinos que fueran a Santiago, al Pilar o a Toledo, las viudas, los huérfanos y los braceros. La cosa continuó luego evolucionando; de la cédula de vecindad se pasó a la cédula personal. Teniendo en cuenta que ninguno llevaba la foto, no es difícil imaginar las trampas que había y como corrían las falsificaciones.
Hasta que llegó Franco y pensó que aquí lo que hacía falta para tener controlados a todos los españoles era un DNI, obligatorio para todo el mundo. El primero, claro está, se lo hizo su generalísima y dictatorial persona: Francisco Franco Bahamonte tenía el DNI nº1, su señora Carmen, el 2, y su hija Carmencita tiene el nº3.
Para la Familia Real se reservaron los números del 10, que es el que tiene el Rey, al 99; salvo el 13 que le tocaba a la infanta Cristina y se lo saltaron para librarla del mal faro (jajajajajaj).
La Familia Real aún puede traer mucha prole al mundo porque tiene los números del DNI reservados. La única que tiene un número más así como los nuestros, es Leticia Ortiz, porque ella no estaba prevista cuando Franco reservó los dígitos. Y para terminar, decir que a ningún español le ha tocado el número de otro porque hay números para dar y tomar.

Mi colaborador genuino Antonio Castillo y yo acabamos de probar el masaje Shirodara acompañados por un buen coñac Delamain y ya empezamos a notar como la turbación se nos va....se nos va....nos fuimos, nos quedamos dormidos y nos tuvieron que despertar porque los ronquidos molestaban a los demás huéspedes. 

Un beso muy fuerte a la musa O´Millan. Y un saludo al resto de los O´Millan del mundo.



Jesús González.2018






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