domingo, 4 de febrero de 2018

El origen de las cosas: el tabaco


Muchos sabían que el tabaco procedía de América pero pocos sabíamos el verdadero origen del tabaco y su historia, y en esta fría tarde de febrero, queremos contar su historia de la mano de un buen cigarro, un exquisito café y una buena chimenea.

La primera mención del tabaco hecha por un europeo se encuentra en el diario del primer viaje de Colón exactamente en una anotación fechada el 15 de noviembre de 1492, según la cual dos marineros informaron al Almirante del encuentro con unos indios que, como se puede deducir por los datos aportados, fumaban tabaco. Pero fue el soldado y aventurero español Rodrigo de Jerez quien trajo a Europa y al bolsillo de Antonio Castillo las primeras hojas de tabaco, iniciando su consumo, ya en forma de rapé, ya liadas en cigarros puros. En palabras de su mujer, Rodrigo de Jerez era un hombre que «traga fuego, exhala humo y está seguramente poseído por el demonio».

El francés Jean Nicot, de cuyo apellido deriva la palabra nicotina aplicada al principal alcaloide aislado mucho después en el tabaco, durante muchos años embajador de la corte francesa en Portugal, descubrió en la Farmacia real de Lisboa una hierba de las Indias que estudió  halló extraordinariamente eficaz contra el cáncer, el hérpes y la sarna, y que no era otra que el tabaco. Entusiasmado por su descubrimiento, envío unas muestras a la reina consorte de Francia, Catalina de Medicis, que pronto comenzó a consumir lo que se llamó polvo del embajador (no ha sonado muy bien eso), dando lugar a una moda que muy pocos cortesanos franceses ignoraron. Nicot envió otra pequeña partida al Padre Superior de la Orden de Malta. Poco después regresó a París con un cargamento de tabaco, con el que amasó su primera fortuna. Tanto él como la planta, que fue conocida como nicotina, se hicieron verdaderamente famosos no sólo en Francia, sino también en otros puntos de Europa.

Poco después de extenderse la costumbre de fumar tabaco surgirían los primeros detractores. En Inglaterra, país donde llegó de la mano de Francis Drake, siendo Walter Raleigh quien difundió los materiales y utensilios necesarios para fumarlo, topó con la enérgica oposición del rey Jaime VI de Escocia, que luego sería Jaime I de Inglaterra, que encontraba repugnante la costumbre de fumar en pipa (se cuenta que ese rechazo era producto de que el comercio del tabaco estaba en manos de los españoles). Viendo que no podía erradicar el vicio, decidió elevar su precio para rebajar el consumo. En 1608, creó el impuesto del tabaco y elevó las tasas aduaneras para su importación en un 4.000%. Mientras tanto, Raleigh había fundado, en un territorio que después pasaría a formar parte de los EEUU, la colonia de Virginia, uno de cuyos pilares económicos fue precisamente el cultivo y elaboración de tabaco.

Al poco tiempo de comenzar a propagarse el consumo de tabaco por Europa, la Iglesia prohibió terminantemente fumar dentro de sus recintos sagrados. En España, el primer síntoma de rechazo hacia el tabaco, y más específicamente hacia el rapé, partió de Bartolomé de la Cámara, obispo de Granada, que no aceptaba de buen agrado los continuos estornudos de sus feligreses durante los oficios sagrados, prohibiendo su uso. En el siglo XVII, el zar Miguel Feodorovich ordenó cortar la nariz a todo aquel al que se le encontrara tabaco encima. Por aquellas fechas, también el sultán otomano Murad o Amurates IV decretó la pena de muerte para el que fumara tabaco. Hacia 1650, su consumo fue prohibido en Sajonia, Baviera, Zúrich y otras regiones de la gran Alemania.

Por lo que respecta a España, el número de fumadores de tabaco aumentó en primer lugar en Andalucía, lo que llevó a que la corona monopolizase la producción, creando, en 1620, la primera fábrica europea de tabacos en San Pedro, Sevilla, y en 1635, la Tabacalera Española. El cigarrillo se inventaría muchos años después, probablemente en Sevilla. En el siglo XVI, sólo los nobles y hacendados podían permitirse el lujo de fumar cigarros puros. La costumbre de tirar las colillas al suelo en cualquier lugar donde estuviesen, incitó a los menos pudientes a recogerlas, machacar el tabaco que aun contuviesen, y fumarlo envuelto en láminas de papel.

Amigos y demás personal intergaláctico, actualmente el impuesto más grande que se paga en España, es el del tabaco, con un 80% sobre su valor, y por ello hemos mandado a nuestro abogado de oficio Antonio Castillo a la Agencia Tributaria para que renegocie ese impuesto. Después de horas de acaloradas negociaciones, el sr Castillo consiguió que subieran del 80 al 4.000 % el impuesto, con lo que Antonio salió por la puerta de la Agencia con un cigarrillo electrónico en su boca y gritando «Para eso Rodrigo de Jerez se tomó tantas molestias, para que al final los chinos nos endiñen esto!!!!». No te preocupes mesié, que pronto harán lo mismo y tan solo podamos hacer pompas de jabón.

Un saludo 


Jesús González.2018









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