viernes, 9 de febrero de 2018

Sexenio Revolucionario: España 1870, buscamos un rey


9 de febrero del 2018, son las 14:38 minutos exactamente, nos encontramos Antonio Castillo y yo en la mismísima cocina de Jean Patisse de Rochefor en el nº 9 rue du calamar dorat, aquí en París, fiel discípulo y máximo seguidor del mismísimo e irrepetible Ferran Adrià y vamos a asistir a un menú degustación elaborado explícitamente para nosotros dos, los reporteros del maspomada gastronomía  en su sección "entre ollas anda la joya". 1500,01€ ha pagado la redactora jefa nuestra srta. O´Millan para que podamos asistir a esta explosión de sabores en la misma cocina del chef. Tres días y tres noches llevamos sin comer para que nada altere nuestras papilas gustativas y podamos saborear los dos únicos platos que nos ha preparado Jean Patisse, el primero un esféricos de berberechos y un segundo, una tortilla deconstruida. Para los que no sepan en que consiste esta técnica, es aislar los diversos ingredientes  de un plato, generalmente típico, y reconstruirlo de manera inusual, de tal modo que el aspecto y textura sean completamente diferentes mientras que el sabor permanece inalterado. Al final del relato seguiremos contando que sucedió entre fogones.

El 13 de mayo de 1870 el general Espatero recibió una carta del Gobierno en la que le preguntaban si aceptaba ser candidato a rey de España. Espartero dijo que no, que ya si eso se lo dieran a otro más joven. Pero a la vez que declinaba la oferta, hacía un ruego: que no se le ocurriera al Gobierno contratar a un rey extranjero. Ni puñetero caso. Se trajeron a Amadeo de Saboya.
El desastre político en aquella segunda mitad del siglo XIX no tiene nombre. Se produce la Revolución de la Gloriosa, que expulsó del trono a Isabel II, llegaron después varios gobiernos provisionales, todos a la gresca; en mitad de ello, el Ejecutivo buscando un rey a la desesperada, hasta que picó el anzuelo un italiano de saldo que atendía por Amadeo I de Saboya; después vino la I República, liquidada por un golpe de Estado; luego más gobiernos provisionales, y mientras, los carlistas dando la tabarra por el norte, los cantonalistas por el sur y los cubanos levantándose contra la madre patria.
Todo este galimatías político es los que la historia llama el Sexenio Revolucionario, por no llamarlo Sexeneio Frenopático, porque los políticos de entonces acabaron con camisa de fuerza.
Las intenciones iniciales parecían buenas, pero también eran un chiste. Se trataba, una vez expulsada Isabel II, digna hija de su padre, de redactar una Constitución, buscar un rey progresista y crear un sistema de partidos que se alternaran pacíficamente en el poder. Pero la cosa se atascó en el asunto real.
Unos no querían rey ni en pintura; otros lo querían un rato, hasta que se instalara definitivamente la República. Por eso querían a Espartero, porque era mayor, no tenían hijos, así no dejaba descendencia. Otros cuantos proponían para rey a príncipes extranjeros, y los de más allá se proponían a sí mismos para ser rey.

Continuando en casa de Jean Patisse asistimos con los ojos como platos a una explicación de más de dos horas y media en la que nos narra todo el proceso de elaboración de estos platos, el problema es que ni Antonio ni yo sabemos francés, con lo que hemos estado todo el rato poniendo cara de póker y asintiendo con la cabeza a la vez que de vez en cuando soltábamos un alegre Magnific!!! para dar un poco de credibilidad. Cuando por fin el chef puso los dos platos para cada uno en la mesa y después de tener que ver un ritual en el que Jean Patisse llamaba a su anciana madre de 108 años para que pusiera el mantel, los platos, vasos y cubiertos, por fin el chef gritó Maintenant !!! (Ahora!!!) y en ese mismísimo momento Antonio y yo dejamos salir ese hambre acumulada durante tantos días y noches sin comer, y sin pensarlo engullimos la comida de un solo bocado ante la mirada perpleja de Jean Patisse y su sra madre. Respetuosamente el señor chef nos indicó la salida de su casa con la ayuda de la madre y su escoba y ya nos encontramos de nuevo por aquí pudiendo decir que comimos en casa del chef Jean Patisse de Rochefor. Si alguien se lo encuentra por París, no les hable de nosotros.

Un saludo 


Jesús González.2018












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