viernes, 3 de abril de 2015

Historias de la Segunda Guerra Mundial.Los pactos de Munich y un poco más


Muy buenas noches a todos. En este año que se cumple el 70 aniversario de la presunta muerte del mayor carnicero de la historia, Adolf Hitler queremos hablar hoy de lo que fueron los pactos de Munich.

Si hubo un hecho que convenció al perturbado de Hitler de su omnipotencia ante Europa, ése fue el que se produjo el 29 de septiembre de 1938. Se firmaron los nefastos pactos de Munich, aquellos que permitieron al Führer invadir Checoslovaquia con el beneplácito europeo. Checoslovaquia era una Estado surgido de la disolución del Imperio austrohúngaro, tras la primera guerra mundial. El gobierno checoslovaco esperaba que sus padrinos Francia e Inglaterra, le pararan los pies a Alemania. Mussolini adoptó el papel de gran estadista europeo y se ofreció como mediador. Todos los implicados se mostraron conformes. Los líderes de Alemania, Francia, Inglaterra e Italia se reunieron a conferenciar en Múnich. Sospechosamente a Checoslovaquia no le invitaron, y eso que el asunto tratado le atañía a ella. «Bastantes problemas tiene Europa como para añadirle uno más. Después de todo lo que pide Hitler son unas tierrecillas de nada habitadas por alemanes que no quieren pertenecer a Checoslovaquia. Concedámosle que tiene derecha a ellas. Así lo apaciguamos y evitamos males mayores».
La revista americana Time proclamó a Hitler «hombre del año» de 1938 y le dedicó la portada. No era para menos: había añadido a Alemania 114.000 km2 y once millones de habitantes. Menos sensato parece que el parlamentario sueco E.G.C Brandt propusiera a Hitler para el Premio Nobel de la Paz en reconocimiento por los Acuerdos de Múnich.


Envalentonado por la pusilanimidad de las democracias, Hitler decidió ocupar el resto de Checoslovaquia. Las regiones checas de Bohemia.Moravia y Eslovaquia «se hallaban dentro del ámbito de los intereses vitales del Reich». Dicho de otro modo, no solo los Sudetes, lo queremos todo !!!.
Alarmado, el anciano presidente checoslovaco Emil Hácha solicitó entrevistarse con Hitler. Hácha acudió a la llamada de Hitler acompañado de su bella hija y de su ministro de Exteriores, Frantisek Chavalovsky. El tren llegó a Berlín con más de una hora de retraso porque tuvo que dejar paso a diversos convoyes militares que se dirigían precisamente a Checoslovaquia con ánimo de invadirla.
En el hotel Adlon, alojamiento habitual de mandatarios extranjeros en tránsito, la hija de Hácha encontró flores y bombones con una tarjeta manuscrita de Hitler, todo un detalle.
No habían terminado de deshacer las maletas cuando recibieron la visita de Ribbentrop, el altivo ministro de Exteriores, que les entregó un pliego con las condiciones que imponía el Führer: Checoslovaquia debe someterse a Alemania en calidad e protectorado o atenerse a las consecuencias. A la 1.15 de la madrugada convocó al anciano Hácha y a su ministro. No iban a ser unas conversaciones diplomáticas, sino un atraco a mano de una cuadrilla de matones. 
Ante la mirada atónita de los diplomáticos checos, aparece una vasta estancia de 400 m2, el tamaño de dos canchas de tenis, forrada de ricas maderas y cubierta por un elaborado artesonado. Le dan luz cinco enormes ventanas que van del suelo al techo y se asoman a los jardines de la cancillería. Al fondo, cerca del amplio ventanal, aguarda Hitler sentado detrás de una mesa escritorio de cuatro metros por dos.
Hácha y su ministro se aventuran sobre la enorme alfombra que los separa del escritorio de Hitler. El Führer ha tenido la deferencia de levantarse para saludar fríamente a sus visitantes. Lo acompañan Göring, Ribbentrop y general Keitel. La seguridad de Alemania requiere la incorporación de Checoslovaquia a su territorio. Si no le entregan el país pacíficamente , lo tomará por la fuerza. ¿Cuándo? Hoy mismo. No hay tiempo para pensárselo, porque la maquinaria militar está ya en marcha: a las 6 am, ni un minuto más tarde, el ejército invadirá  Checoslovaquia. 
El pobre de Hácha debido al susto, casi no lo cuenta en ese momento, y gracias a una de las famosas inyecciones del matasanos particular de Hitler, el doctor Morell se recupera. En ese momento le ponen un teléfono en sus manos. Al otro lado están sus ministros en Praga. -Avíseles que se opongan a la entrada de las tropas alemanas. Nuevo desfallecimiento del anciano, nueva inyección. Medio muerto por fin firma el protocolo por el que acepta la ocupación de su país.
Amanece el día 15 de marzo de 1939. Las tropas alemanas ocupan el resto de Chequia, que se entrega sin resistencia. en adelante será el Protectorado de Bohemia-Moravia. La menos desarrollada Eslovaquia queda como Estado satélite de Alemania. 
Los alemanes estaban entusiasmados, el Reich había ampliado su territorio sin disparar un solo tiro y con el permiso de Inglaterra y Francia, porque con el de Italia ya lo tenía de sobra. Polonia sería el siguiente objetivo pero eso será en otro capítulo.

Un último apunte; de dónde viene todo ese odio de los alemanes a los judíos?.El alemán ario estaba prácticamente por debajo del judío en todo: esa es la clave. La envidia y el rencor de los desposeídos es uno de los argumentos con que los psicoanalistas explican el antisemitismo alemán:

«El odio al judío, en el alemán medio, era sobre todo una compensación imaginativa. Permitía al antiguo soldado sin trabajo, al zapatero sin clientela, a toda esa pobre gente arruinada, vencida, humillada, creerse víctimas de una conjura mundial, y considerarse, a pesar de todo, superiores al profesor judío bien pagado, y cuyas obras de ciencia se traducían a todas las lenguas. Hitler captó un odio abstracto, latente en un pueblo, y con su lógica de paranoico lo impulsó a consecuencias que ese pueblo no quería realmente, y que, en consecuencia, se esforzó largamente para no ver, y que luego rechazó con horror al conocerlas».
Muy buenas noches a todos. 

@maspomada

Jesús González.2015