lunes, 29 de junio de 2015

No es lo mismo una Ke-kou-ke-la que una Ko-kou-ko-le


Dicen los que entienden que el idioma chino es el futuro, así que nosotros queremos poner nuestro granito de arena esta noche.

El idioma chino funciona a partir de ideogramas y no de un alfabeto fonético, lo que llevó de cabeza a los directivos de coca-cola durante meses mientras trataban de decidir con qué nombre comercial lanzarían en aquel país su refresco estrella. Comenzaron llamándolo «Ke-kou-ke-la» hasta que, tras imprimirla en millones de anuncios, supieron que la frase significaba algo así, como «muerde el renacuajo de cera». Al final, después de repasar más de 40.000 caracteres chinos, dieron con la clave: «Ko-kou-ko-le», que se traduce como «felicidad en la boca».

Era de vital importancia averiguar como se pide la coca cola en china, porque desde que sabemos que nuestro Antonio Castillo merodea el bar de Xiun-Gran-Na-bo aquí por Málaga, necesitaba saber como se pide una refrescante coca-cola con JB en chino, y ahora podemos afirmar que Antonio entra con cara de póker en el bar de Xiun, lee el faro de Shangai y pide en un perfecto chino mandarín, kekoukele JB !!!, lo que no sabe Antonio es que la coca cola es de la marca del carrefur y el JB es en verdad JV.

Un saludo a todos.
@maspomada

Jesús González.2015






domingo, 28 de junio de 2015

Desde Duke´s St. en Richmond ( London ). Terremoto de san Francisco !!!


Muy buenas noches una vez más.
Mi genial compañero de aventuras Antonio Castillo y yo nos hemos mudado a un pequeño loft en el exclusivo barrio de Richmond, más concretamente en Duke´s st. esquina con George st, que a su vez hace esquina con King´s st que a su vez hace esquina con algo. Hemos montado nuestra base de operaciones en la cocina, que es el lugar que más nos gusta y en el que disfrutamos como cerdillos truferos. El arrendador es un viejo militar jubilado del ejército inglés, un tal sir Alfred Downing Lancaster III. Este señor luchó en la Primera Guerra Mundial y a día de hoy con sus 146 años se conserva de maravilla, corre 12 kilómetros, nada, hace senderismo, paracaidismo y cada mes de julio se nos va a los san fermines, menudo es Alfredo, que dice que el secreto para llegar a su edad en tan buen estado es tomarse cada día una deliciosa infusión de orujo con menta y una lágrima de Martin Miller para desayunar y después tomarse cinco copas de coñac con moderación.
Dejando la presentación de nuestro arrendador a un lado, hoy vamos a hablar de uno de los peores terremotos sufridos, más concretamente el de San Francisco en 1906.

En la madrugada del 18 de abril de 1906 los californianos de San Francisco no sabían la que se les venía encima o más bien debajo en el subsuelo. En apenas unos minutos, un terremoto y los incendios posteriores les destruyeron más de media ciudad, les mataron a tres mil ciudadanos, dejaron a doscientos y pico mil sin casas y les metió un miedo en el cuerpo que todavía no se les ha ido. No hay día que no piensen en la que se les vendrá encima con el Big One. 
El terremoto de San Francisco tuvo una magnitud calculada entre 7 y 8; no se pudo precisar en aquel momento porque el señor Richter sólo tenía seis años aún. Es más, en aquel 1906, ni sabían lo que era la magnitud, ni que por debajo de San Francisco pasa una de las fallas más activas del mundo, a la que pusieron el nombre de apóstol, San Andrés; y ni mucho menos sabían qué era aquello de la tectónica de placas.
Al menos para eso sirvió el terremoto, porque aquel cataclismo fue el punto de partida para el estudio de las causas de los seísmos. Y las causas ya las tienen claras, y mucho más las consecuencias, pero la asignatura que aún está por aprobar es la de la predicción. Predecir un terremoto es, hoy por hoy, ciencia ficción. 
Lo peor del terremoto de San Francisco no fue la sucesión de temblores, sino los incendios que se desataron y que estuvieron devorando la ciudad durante cuatro día. El cálculo de muertos fue muy optimista al principio. Cuatrocientos y pico, dijeron, pero es que se habían olvidado de contar a los cientos y cientos de víctimas de los barrios chinos. Las cifras revisadas en 2005 hablan de tres mil muertos, y lo peor es que murió mucha más gente en los incendios que por el terremoto. Porque al final resulta que los terremotos son prácticamente inofensivos. Hasta el más fuerte de los registrados, si nos pillara en mitad del campo, como mucho nos sentaría de culo. Ya lo dicen los geólogos, el terremoto no mata, matan los edificios. De hecho, la falla de San Andrés provoca diez mil terremotos al año y ni se enteran.

Amigos, nos despedimos,  que esta noche sir Alfred va a narrar su participación en la batalla de El Burj, en el restaurante del hotel Savoy. Se ha vestido con su uniforme de gala, sable en mano junto a su quiropráctico nos va a realizar una pequeña demostración de unas 16 horas y 1 segundo de lo que fue aquella batalla. 

Un saludo a todos y en especial a Alí Reyes, que aún sigue tras la pista del montaje fotográfico del general McArthur en Filipinas. 
@maspomada

Jesús González. 2015














domingo, 21 de junio de 2015

hablemos de: Nicolás Salmerón


Muy buenas tardes, en estos tiempos que corren en el que la credibilidad de los políticos está en entredicho, queremos rendir homenaje a uno de los mejores políticos que ha tenido la historia de España, Nicolás Salmerón.

Uno de los políticos más íntegros y honrados que ha tenido este país se llamó Nicolás Salmerón. Es de suponer que por eso duró sólo dos meses en la precedencia de la Primera República. No temía al rey ni a Dios; sólo tenía miedo de traicionar su conciencia, por eso el epitafio que reza en su magnífico panteón del cementerio Civil de Madrid, el más bonito de la necrópolis, el que atrapa la mirada del visitante nada más entrar, es uno de los más célebres y celebrados: «Dejó el poder por no firmar una sentencia de muerte».
Fue un 20 de septiembre de 1908 cuando Nicolás Salmerón se largó de este mundo mientras estaba de vacaciones en los Pirineos franceses. No tuvo tiempo de sufrir el estrés pos vacacional. El traslado de sus restos en un tren especial desde el sur de Francia hasta Madrid fue, como porro, apoteósico, pero es que su llegada a la capital colapsó la ciudad. Todos los diputados, todos, interrumpieron la sesión del Congreso, aquel que presidió Salmerón en tres ocasiones, para salir a las escalinatas de la Carrera de San Jerónimo e inclinar la cabeza al paso del féretro.
Era lo menos que podían hacer por un tipo que se había partido la cara en voz alta y sin tapujos por la educación en España. La contundencia de sus planteamientos provocó que los Borbones del siglo XIX se la tuvieran jurada. Dijo el temerario Salemerón: «Sabéis lo que cuesta la Monarquía...el mantenimiento de una familia? Pues trece millones de pesetas. ¿Sabéis qué se paga en España por el mantenimiento de todos los Institutos de la Segunda Enseñanza? Pues diez millones de pesetas. Es decir, que vale más mantener la persona del monarca que educar a la nación». Después, evidentemente, lo echaron. Porque tenía razón.
@maspomada

Jesús González. 2015

miércoles, 17 de junio de 2015

Los primeros no fueron los primeros, ni los segundos, ni nada de nada.


Muy buenas tardes de junio a todos una vez más. 

El tema de hoy trata a cerca de aquellos héroes que levantaron una bandera jugándose la vida y que por culpa de que no hubiera un fotógrafo cerca nadie inmortalizó la foto para la historia, lo que sigue a esto es que pasada la tempestad, envían a otros soldados distintos y vuelven a recrear la foto pero ya sin ningún peligro hacia sus personas porque la situación no es la misma que unos días antes.
Ocurrió en Iwo Jima con la famosa foto de los marines norteamericanos levantando una bandera en el monte Suribachi, en la que pocos días después enviaron a un fotógrafo a inmortalizar la foto pero con distinto personal. Y también ocurrió en el Reichstag, Berlín.


El primer soldado soviético en subir a la azotea del Reichstag y plantar la bandera roja en el emblemático edificio de Berlín, fue Mijail Petrovich Minin (1922-2008).
Minin, acompañado de tres hombres y corriendo un gran riesgo porque la resistencia alemana no había sido todavía sofocada, consiguió subir al tejado a las 22:40 horas del 30 de abril de 1945. Minin fue ayudado por sus compañeros a subir a la estatua de una caballo y pudo plantar allí la bandera, atada a una cañería. Por desgracia para ellos, en ese momento no había ningún fotógrafo para captar la histórica escena con su cámara. 
El fotógrafo de guerra Yevgueni Jaldei (1917-1997), de la agencia de prensa TASS, recrearía la escena el 2 de mayo, cuando el Reichstag estaba ya asegurado. Jaldei pidió a varios soldados que posasen colocando la bandera en la parte más alta del edificio, y ésa fue la escena que quedó inmortalizada. Posteriormente, en el laboratorio, Jaldei añadió a la imagen densas columnas de humo para dar la sensación de que los combates seguían en la calles berlinesas en el momento que fue tomada la foto.
Aunque Stalin había prometido el título de Héroe de la Unión Soviética a los primeros que izasen la enseña sobre el Reichstag, Minin y sus hombres tuvieron que conformarse con la Orden de la Bandera Roja, ya que no se les reconoció oficialmente ese mérito. Quien sí recibiría el heroico título sería el sargento georgiano Meliton Kantaria (1920-1993), que era el que aparecería plantando la bandera soviética en las fotos tomadas el 2 de mayo por Jaldei, demostrándose que no siempre el primero es quien se lleva la gloria.



Creo que uno de los ejemplos más injustos por su trascendencia fue el de Juan Rodríguez Bermejo, alias Rodrigo de Triana, por ser la primera persona en ver Tierra durante el viaje con Cristóbal Colón. Colón prometió 10.000 maravedíes al primero que divisara tierra y éste que iba en la Pinta, por delante de la carabela de don Cristóbal, divisó la isla de Guanahaní. Sería para haber visto a Rodrigo pegando gritos como un loco, desgañitado y señalando con el dedo, tuvo que ser un espectáculo, pues bien, cuando Rodrigo reclamó la recompensa, Cristóbal le dijo que tururú que te vi, que él fué el primero el que divisó tierra. Con un cabreo de mil pares, Rodrigo se fue al norte de Africa y allí terminó sus días convertido al islamismo. Gracias a la crónica de alcance de de fray Bartolomé de las Casas pudo poner las cosas en su sitio.

Por motivos como este mi secretario Antonio Castillo y yo siempre llegamos a los sitios ni un poco antes ni un poco después, más bien antes de que luego, pero no luego de antes, sino más bien lo contrario; es decir, llegamos cuando nos sale de los coj...

Feliz Verano a todos !!!
@máspomada

Jesús González.2015