domingo, 3 de abril de 2016

El origen de... el café.


Muy buenas noches una vez más amigos. Desde el elitista club White´s de Londres os damos la bienvenida. 
Mi socio y amigo Antonio Castillo acabamos de terminar  una recreación de la auténtica batalla que libró nuestro héroe Blas de Lezo contra el enemigo inglés en Cartagena de Indias, en el que en infinidad numérica les dio un repaso de narices. Hecho que la historia inglesa ha querido olvidar, pero nosotros lo hemos hecho aquí hoy escenificando la escena con unos 200.001 clics de playmobil. 199.997 eran ingleses y el resto Blas de Lezo y su ejército. Puestos a mentir a la historia... lo arreglamos exagerando un poquito.

Amigos, contar brevemente para quien no tenga el gusto de conocer el prestigioso club White´s de Londres, una pequeña introducción. 
Para poder ser socio del mismo debe ser propuesto por un miembro del club en el caso de éste en concreto, a parte del miembro que te propone debe contar con dos miembros más y después conseguir el visto bueno de otros 35 más. Una vez conseguido esto pasas a formar parte del ultimo de la fila en la lista de espera. Debes esperar a que te llegue tu turno y pueden pasar años hasta que te toque. Una vez que llegue tu turno, un comité estudiará de forma muy rigurosa tu candidatura y votará sobre si eres o no apto para ser miembro. La forma de elección sigue con más de dos siglos de tradición con el procedimiento de Blackballing donde el color de las bolas da la respuesta al candidato. Aunque se haya realizado la votación no significa que el proceso haya concluido. Como un candidato propuesto por el Príncipe de Gales quería ser miembro de este club y fue descartado por dicho comité. De todas formas el proceso de admisión de los nuevos aspirantes se lleva de un riguroso secreto. Solo los presidentes del Gobierno Británico tienen la seguridad de poder ser miembros del white´s 




Bueno, con permiso de nuestro tito padrino que nos han enchufado en el white´s, y con la inestimable ayuda de la ya difunta Baba Vanga, célebre vidente ciega profesional que anunció catástrofes como la de Chernobyl, el tsunami de Indonosia, el auge del estado islámico, comenzamos el relato de hoy. Lo peor o lo mejor de la Ganda ésta, es que dejó dicho que a finales del 2016, el continente europeo dejará de existir, ya que los extremistas utilizarán armas químicas contra los europeos. Bueno, según Baba, el mundo dejará de existir el 5079, tenemos aún tiempo de tomarnos un par de copas de whisky más.


EL ORIGEN DEL CAFÉ.

Las semillas de café, cuyas propiedades y cualidades fueron descubiertas, según la tradición árabe, por un pastor de cabras etíope llamado Kaldi en el año 850, y que ya por aquel tiempo Baba Vanga ya lo veía venir 70 años antes, eran masticadas por sus antiguos consumidores, que aún no habían reparado en la posibilidad de prepara infusiones con ellas. Parece ser que, hasta el siglo XIII en que lo hicieron los árabes, nadie probó a cocer los granos de café para beberse el líquido resultante, como hubiera sido lo más normal.
Desde Etiopía, el café pasó a Arabia con el nombre de kawa, haciéndose famoso el cosechado en la ciudad de Moka, en el actual Yemen. El consumo de café llegó a Europa por dos vías distintas: por Venecia, a finales del siglo XVI, a través del comercio de sus mercaderes, siendo utilizado principalmente como medicamento, especialmente como digestivo; y por Viena, cuyos habitantes, al conseguir levantar el cerco a que los tenían sometidos los turcos, se encontraron en el campamento de éstos centenares de sacos abandonados. Un héroe local, Kolschitzky, reclamó su posesión como recompensa de sus acciones y trató de popularizar su consumo, cosa que no consiguió del todo hasta que ideó colar la infusión, haciendo desaparecer  los posos que desagradaban a sus conciudadanos (esta modalidad de café colado pasó a ser conocida como a la vienesa). Pero desde entonces, y durante algunos siglos, el consumo de café levantó grandes polémicas entre los detractores y defensores. Por ejemplo, en la Turquía de los siglos XVI y XVII el consumo fue castigado con pena de muerte.

Que Dios bendiga al tal Kaldi, al Chochisky ese y a Juan Valdés de los huevos. Nosotros sí disfrutamos con el café, con un buen café expreso, con un capuchino y con el café en todas sus variantes. Maldigo el café de máquina expendedora, el de Viuda de Gallego y todo aquel que se sirva en cafeterías en las que parece agua sucia, nuestros paladares y estómagos no se merecen eso.

Un saludo.


@maspomada

Jesús González.2016